Por los caminos del Señor: Día de los Fieles Difuntos

Posted On 18 Nov 2015
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El Papa Francisco rezando el Rosario por los Fieles Difuntos. Foto: Flikr.

El Papa Francisco rezando el Santo Rosario por los Fieles Difuntos. Foto: Flikr.

Por el Padre JUAN TRIVIŇO / ST.- El Día de los Fieles Difuntos —que aunque está estrechamente relacionada no se le debe confundir con la celebración del Día de Todos los Santos que tiene lugar justo el día previo, 1 de noviembre—, es una celebración cristiana que se lleva a cabo cada 2 de noviembre y que tiene por objeto orar por las almas de los fieles difuntos que aún se encuentran en el Purgatorio en proceso de purificación.
El Día de los Fieles Difuntos pretende pues, que los vivos pidan por la salvación de aquellos que aún no han alcanzado el perdón divino y que, por tanto, aún no han entrado al Cielo.

Aunque muchas culturas alrededor del mundo tienen celebraciones que coinciden con el Día de los Fieles Difuntos, en un sentido general se puede afirmar que la celebración católica como tal tiene su origen en la historia del Diluvio Universal.

Como recordarán, según la tradición cristiana, al principio de los tiempos Dios envió a la tierra a los grigori con el propósito de que enseñaran al hombre distintas artes y los ayudaran en su desarrollo; sin embargo, estos se corrompieron, se unieron a las mujeres y enseñaron al hombre el arte de la guerra, lo que desencadenó la furia de Dios que inmediatamente mandó un Diluvio Universal para aniquilar a todos los seres humanos, animales y los pecados sembrados por los grigori. Así, las almas de los que murieron durante este suceso bíblico, quedaron en un estado de indefensión y sin la posibilidad de entrar al Cielo o al Infierno; razón por la cual, fue necesario que los humanos que repoblaron la tierra destinaran un día a orar por la salvación de las almas que sucumbieron en aquel castigo universal, tal día de oración se celebraba el decimoséptimo día del segundo mes, lo que coincidiría con el mes de noviembre del calendario gregoriano que nos rige actualmente.

Es así que durante el Cristianismo primitivo la gente comenzó a adquirir la costumbre de escribir los nombres de los muertos en una tablilla con forma de libro a la que llamaban díptica. Ya para el siglo VI en los monasterios se celebraba a los monjes difuntos durante el Pentecostés; ya para el siglo VII (636) en España había una celebración similar el sábado previo a Pentecostés, conocido como la Sexagésima.
Todos los fieles difuntos. Ayer recordábamos la fiesta de todos los Santos, los que ya gozan del Señor. Hoy recordamos a los que se purifican en el Purgatorio, antes de su entrada en la gloria. El Purgatorio es la mansión temporal de los que murieron en gracia hasta purificarse totalmente. “es el noviciado de la visión de Dios”, dice el P. Fáber.

Es el lugar donde se pulen las piedras de la Jerusalén celestial. Es el lazareto en que el pasajero contaminado se detiene ante el puerto, para poder curarse y entrar en la patria.

Pero en el Purgatorio hay alegría. Y hay alegría, porque hay esperanza; en él sólo están los salvados. Santa Francisca Romana tuvo un día una visión de este lugar y dijo: “esta es la mansión de la esperanza”.

Es una esperanza con dolor: el fuego purificador. Pero es un dolor aminorado por la esperanza. La ausencia del amado es un cruel martirio, pues el anhelo de todo amante es la visión, la presencia y la posesión. Si las almas santas ya sufrieron esta ausencia en la tierra. -“que muero porque no muero”, clamaba Sta. Teresa de Jesús-, mucho mayor será el hambre y sed y fiebre de Dios que sientan las almas ya liberadas de las ataduras corporales.

Las almas del Purgatorio ya no pueden merecer. Pero Dios nos ha concedido a nosotros el poder maravilloso de aliviar sus penas, de acelerar su entrada en el Paraíso. Así se realiza por el Dogma consolador de la Comunión de los Santos, por la relación e interdependencia de todos los fieles de Cristo, los que están en la tierra, en el cielo o en el Purgatorio. Con nuestras buenas obras y oraciones -nuestros pequeños méritos- podemos aplicar a los DIFUNTOS los méritos infinitos de Cristo.

 

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